La palabra "juego" disimulada o intentaba refinar el caracter violento antes mencionado; de este modo se ajustaba mejor al concepto de las clases dirigentes y burguesas que veían en estas tradiciones actitudes propias de gente "bárbara" e "incultas".
Y finalmente, siendo tan perjudicial a la salud de la juventud y de toda persona la diversión várvara de la lucha, juego prohibido por las leyes, se orderna que todo el que se atreva a usarla y se vea o sea delatado por primera vez serà condenado a que pague cuatro peones a fabor de los hobras de las carceles y si reincidiese el doble y la multa que ses tubiese a bien, todo el que se coxa e la concurrencia fomentando y autorizando semejante desorden será castigado con la misma pena y se abvierte a los padres de los jóvenes que husan de estos juegos varvaros que intiman a sus hijos el no contravenir pues ellos son los reponsables y no se les oirá disculpa alguna.
Asimismo se proive las hadas y fiestas de vailes de campanas en adelante, como la tocada de caracolas quedando el que lo ejecute con licencia de la autoridad y sujeto irremiciblemente a la pena que se alla immpupesta para la lucha".
En esta sentencia, dictada en 1834 por el entonces alcalde de Telde, don Fernando zumbado y palacios(ver la obra El cólera morbo en Telde de Carmelo Ojeda Rodriguez), podemos ver la actitud de aquilla época con respecto a este tipo de manifestaciones.
En un auto de buen gobierno dictado en Tenerife en 1804 (historia de Santa Cruz de tenerife de Alejandro Cionarescu, pag 142 del volumen II) se repite el mismo dictamen.
"... se probibe todo juego de lucha, barra y demás que sólo sirve para perjudicar la salud y aun causar muerte como sucedió a muchos".
En los comentarios de nuetros mayores se aprecia una cierta prohibición tácita, pués en ocasiones se refieren al garrote como una práctica proscrita o xomo un arma con la cual se hacía frente incluso a la autoridad.
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